lunes, 27 de enero de 2020

JOVEN, ¿A DONDE VAS?

¿Qué inquieta tu corazón?¿Porque ese caminar agitado y acelerado? ¿A donde vas con tanta prisa?
Buscamos encontrar algo que nos sorprenda y nos ayude a ser plenos, a ser originales y ser libres. 
A veces en esta búsqueda de la verdad, de conocer realmente que quiero, que es aquello que mueve mi alma, nos perdemos. ¿Pero porque? porque se supone que el buscar siempre es bueno, el salir de la zona de confort indica un querer ir más allá y afrontar desafíos y comenzar nuevos proyectos.
Pero en realidad si no nos encontramos con nosotros mismos no podemos saber que es lo que buscamos, que es lo que queremos. En ocasiones hacemos caso a lo que los demás quieren o ven en nosotros. Muchas veces escuchamos las palabras que nos mantienen prisioneros y no nos dejan ser libres, porque es más fácil quejarse, decir no puedo, esto es imposible, que intentarlo.
Porque el intentar significa esfuerzo, ganas, garra, confianza, ponernos en movimiento.
Entonces si estamos en el camino, si ya emprendimos la marcha hacia aquello que mueve mi espíritu, en ese caminar debemos encontrarnos con nosotros mismos, entendiendo que voy a tener mejor dirección, mejor empuje si se realmente lo que quiero y lo que no para mi vida.
Y en ese trayecto, debemos dejar que el Amor perfecto y real nos acompañe y nos fortalezca, aceptando que para El somos la perla preciosa, somos su mejor inversión. Porque El nos valora y acepta así como somos, así como estamos, porque El llama a los imperfectos para volverlos perfectos en su eterna misericordia.
Si en nuestro progreso, camino, viaje lo ponemos a Jesús primero seguro que llegaremos a buen puerto y tendremos la certeza interior de saber que es aquello que mueve mi alma. Siendo uno con El, porque encontrarse con Dios es encontrarme conmigo mismo.  Mirarme con sus ojos. Conocerme en sus pensamientos, soñar sus sueños.

Joven que en este caminar diario podamos siempre hacerlo con un corazón que solo busque agradar a Dios sin perder nunca la esencia de ser quienes somos, sus hijos amados. 

¡Gracias por leer!

¡Que Dios te bendiga siempre y María te proteja con su manto!


 
©Suzanne Woolcott sw3740 Tema diseñado por: compartidisimo