Espíritu Santo, Consolador, dador de vida, huésped del alma,
soplo de Dios, son algunos de los nombres con los que podemos hacer referencia,
a la tercera persona de la Santísima
Trinidad,en otras palabras al Espíritu Santo.
Cuando Jesús se fue a los cielos nos dijo que no estaríamos
solos, sino que el enviaría al Espíritu Santo para que nos auxilie, nos guié,
nos cuide. Nuestro primer encuentro con el es en el bautismo y allí pasamos a
ser hijos de Dios.
Es curioso pensar que tenemos un auxilio inmediato, una
conexión wifi con Dios y dejamos pasar la gracia.Muchas veces nos dejamos
atrapar por la rutina, por el día a día y nos cuesta pensar en que tenemos la
ayuda del Espíritu Santo y no le damos el lugar que El se merece.
Citando al libro del Kenosis, el soplo que mueve nuestra
vida y nos lleva a experimentar la “vida en el Espíritu”. ¿Pero que significa
vida en el Espíritu? El Kenosis nos dice: imaginemos una barca, con una enorme
vela, nuestra barca que representa nuestra vida
que toma la dirección de la conversión pero nuestra vela necesita de ese
viento, esa esperanza que fije el rumbo a permanecer en Dios, peregrinar hacia
el cielo, para poder vivir la vida en el Espíritu Santo.
Este Espíritu es unión, es vivir en intimidad con Dios, este
anhelo de buscarle, de querer hacer su voluntad, nos es solo un anhelo humano
sino que viene de Dios, como dice San Agustín: “nos hiciste Señor para ti, e
inquieto esta nuestro corazón hasta que descanse en tí”.
También, el Espíritu Santo nos despierta la necesidad de
vivir en comunidad, de poner nuestros dones y carismas, que se derramaron el
día de nuestro bautismo, y que Dios los aviva en cada encuentro, retiro, misa,
efusión del Espíritu santo que tenemos con El; nos pide que nos pongamos al
servicio de nuestros hermanos.
Y este encuentro con El, nos lleva a la misión, al salir a
callejear la fe, nos dice el Papa Francisco, y es así como nos quiere Dios; y
nuestro primer lugar de evangelizar es nuestro hogar, en lo cotidiano, ahí es
nuestro primer escenario para anunciar al Dios de toda Vida.
¡Que el Espíritu Santo nos renueve nuestro SI a DIOS, nuestra entrega y llamado a ser misioneros de su Palabra!
¡Gracias por leer!
¡Dios te Bendiga y María te proteja siempre!
0 comentarios:
Publicar un comentario