viernes, 8 de marzo de 2019

CUARESMA,UN PUENTE HACIA LA VERDAD. por Malena Ojeda

Iniciando este tiempo nuevo podemos preguntarnos: ¿Cuántas cuaresmas habremos transitado a lo largo de nuestras vidas?. Sin lugar a dudas mirándolo de afuera, este tiempo puede transformarse en simples costumbres  que los católicos  repetimos todos los años, como ir a misa de cenizas, privarse de algún plato rico los viernes o dar un billete extra. Sin embargo para aquel que desea entrar en el misterio, que se arriesga a ver con ojos nuevos, este recorrido se transforma en una gran oportunidad de viajar hacia dentro, hacia las profundidades de la vida, hacia la verdad del corazón, un camino sincero de la mano de Jesús.

En esta primer semana las lecturas de la liturgia hacen eco sobre el ayuno, el pueblo de Israel se esmera en privarse de alimento, es su costumbre, pero al mismo tiempo se aflige y cuestiona ¿porqué Dios no lo ve? ¿por qué  no lo tiene en cuenta?..algo asi como plantearse ¿qué estoy haciendo mal?...quizás muchos de nosotros nos sentimos identificados, por costumbre ayunamos pero no le vemos el fruto..¿para qué?, ¿de qué me sirve?, ¿en qué me cambia?...y es aquí donde necesitamos la asistencia del Espíritu Santo que es capaz de ayudarnos a dar un paso más.
El ayuno que se basa sólo en la privación de algo, se vuelve incompleto, pues el que da fruto va mas allá, es el que quitando algo de si, busca darle espacio a lo esencial, es el que escudriña el cambio interior, el que dejando de lado algo, está dispuesto a darse tiempo de repensar y re-ordenar las prioridades del ser y estar aquí, el sentido de vivir, movernos y existir.
    
 “¿Por qué ayunamos y tú no lo ves, nos afligimos y tú no lo reconoces?”. Porque ustedes, el mismo día en que ayunan, se ocupan de negocios y maltratan a su servidumbre. Ayunan para entregarse a pleitos y querellas y para golpear perversamente con el puño. No ayunen como en esos días, si quieren hacer oír su voz en las alturas. ¿Es este acaso el ayuno que yo amo, el día en que el hombre se aflige a sí mismo? Doblar la cabeza como un junco, tenderse sobre el cilicio y la ceniza: ¿a eso lo llamas ayuno y día aceptable al Señor? Este es el ayuno que yo amo –oráculo del Señor–: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne. Is 58.3-7
 Ayunar será entonces una manera de decidirnos a dejar atrás lo que nos empobrece el alma, lo que nos quita libertad interior, lo que nos esclaviza y somete, lo que nos impide amar sin condiciones, lo que nos hace egoístas,  rencorosos, soberbios, en resumen: lo que nos quita paz.
Ayunar será vaciar el corazón de lo que impide a Jesús entrar. Ayunar será dejar de depender las cosas para ser quienes estamos llamados a ser en los planes de Dios, ayunar será no depender de un "titulo"   para sentirnos realizados como persona, ayunar será abrazar nuestra dignidad de hijos, ayunar será iniciar procesos de sanación, perdón y reconciliación, dejar de llevar cargas pesadas de enojos y broncas, será dar lugar  al verdadero amor.
 Entenderemos entonces las palabras  con las que Jesús contesta a los discípulos de Juan Bautista en el evangelio de hoy, cuando El no está, necesitamos ayunar, pero llegará el día del banquete en las bodas del cordero, donde ya no lo necesitemos más, porque seremos los amigos del novio, invitados privilegiados, y en El lo tendremos todo. Porque si El está ya no hace falta nada más.
Por eso el ayuno es necesario hoy, porque abre los ojos y la mente, prepara el alma y le recuerda al cuerpo lo que es esencial.
El ayuno es parte del puente que nos lleva a la verdad.

Ojalá este tiempo nos sirva para la verdadera conversión, la del corazón, la que también nos lleva a pensar en los demás,  y complete nuestro sacrificio para dar y  llenar el "hambre" del otro.
Pedimos esta gracia al Señor.

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